viernes, 11 de septiembre de 2020

Colombia: La Generación de la Desesperanza


Definitivamente la amalgama cultural de nuestro país, con su pasado violento, gobiernos corruptos, la falta de presencia del estado en la mayor parte del territorio, un sistema judicial inoperante, corrupto e indolente, la falta de Institucionalidad en la que gran parte de las fuerzas sociales que deben sostener y apoyar a los ciudadanos no funcionan o han perdido la credibilidad, han sido parte de los ingredientes de este plato de violencia que se ha venido cocinando  en fuego lento durante muchos años, y que ha venido acumulando presión como una olla a punto de reventar.

El diagnóstico de lo que vemos cada día en las calles de nuestra Colombia es la cultura de la desesperanza, de un país que se deshumaniza rápidamente. Principalmente los jóvenes son el segmento más representativo de toda esta violencia, porque están creciendo en una sociedad que cada día se despierta con la noticia de un nuevo líder social asesinado, masacres y gobernantes corruptos que gozan de impunidad porque pertenecen a las fuertes estructuras del poder o ,porque simplemente saben eludir los débiles brazos de una justicia anacrónica y ajena a la realidad.

El consenso de los muchos estudios sociales realizados en distintas zonas geográficas de nuestro país indican que hemos sido testigos cómplices de la gesta y desarrollo de una generación que siente que no tiene futuro ni posibilidades de crecimiento en un país en el que nada cambia, solo el numero de pobreza, de desplazados y de muertos que siempre va en aumento.

Necesitamos realizar cambios profundos en nuestra forma de participar en el Estado, hay que erradicar la mala hierba de los sistemas de corrupción que dominan el funcionamiento de las políticas públicas del gobierno, fomentar la enseñanza de los principios democráticos para que la gente participe masivamente en las jornadas electorales con la conciencia de no perpetuar a los malignos en los puestos de gobierno.

Colombia necesita urgentemente liberar la presión contenida, perdonar y pedir perdón, reconocer y reparar a las víctimas, ya sean directas e indirectas, castigar ejemplarmente a los corruptos, ofrecer alternativas de desarrollo y participación ciudadana, y desmontar toda la estantería de mentiras que han sido el soporte de los oscuros que mueven los hilos del poder.

 

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