martes, 12 de mayo de 2015

Mensaje para hoy


Cuántas veces nos sentimos sin alas para volar, no? 

Es como que algo tiró fuerte de ellas y sentimos como que se desprendieron de nuestro cuerpo y miramos y no las encontramos.

Las teníamos y en ese volar caímos en pantanos y agitados por salir se lastimaron, se ensuciaron y el barro hizo que su peso sea mayor que el de nuestro cuerpo y nos costó volar.

Nos quedamos muchas veces en el suelo esperando que se alivianen para seguir pero el barro a medida que se secaba las endurecía aún más.

Y allí estamos hoy… Con alas endurecidas y sin poder volar o sin alas.

¿Qué nos pasó? ¿Por qué lugares volamos que nos quedamos sin fuerzas, sin ganas, y sin esperanzas?

Alas… Nos hace falta tener nuevamente nuestras alas abiertas… Nos hace falta sentir que vale la pena seguir.

La vida nos demuestra a cada paso que nuestro vuelo no siempre es el que esperamos, que hay pantanos como así también aves de rapiña que no quieren que existamos, que ya no avancemos.

¿Sentimos temor por el futuro? ¿Estamos todavía tratando de salir de ese pantano? ¿Estamos agotados? ¿Equivocamos el camino y estamos perdidos en la oscuridad? ¿Deseamos que la vida ponga su punto final ahora? ¿Por qué?

El dolor puede ser enorme, la tristeza profunda, lo sucedido inolvidable, y si todo cambia? ¿Y si de pronto nos encontramos ayudando a otros a salir del pantano.

No hay ningún pájaro que haya volado toda su vida sobre un oasis o sobre un manantial.
Todos sienten en un momento deseos de no seguir.

Todos se enfrentan a grandes tormentas, a fuertes vientos que sacuden su vida entera.

Todos alguna vez se sienten ahogados por haber caído en tierras pantanosas.

Sin embargo sacuden sus alas aún hasta en sus últimos minutos con la esperanza de seguir y por sobre todo de volver a volar.

Extendamos nosotros también nuestras alas.

lunes, 11 de mayo de 2015

El Verdadero Amor


Un hombre de cierta edad vino a la clínica donde trabajo, para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa y, mientras lo curaba, le pregunté qué era eso tan urgente que tenía que hacer.


Me dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos, para desayunar con su mujer que vivía allí. Me contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado. Mientras terminaba de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana.

No, me dijo. Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce. Entonces, le pregunté extrañado: si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas? Me sonrió y dándome una palmadita en la mano me dijo:
“Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella”

Tuve que contener mis lágrimas mientras salía y pensé: Esa es la clase de amor que quiero para mi vida.

"El verdadero amor no se reduce a lo físico, ni a lo romántico. El verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya no es".