martes, 20 de octubre de 2009

Generación XXI

En días pasados tuve la experiencia de leer en Portafolio la columna del periodista Carlos Gustavo Álvarez en la que hace una reflexión acerca de un escrito aparecido en el blog (http://porunaeducaciondeverdad.wordpress.com/) de un estudiante de bachillerato de la ciudad de Bogotá, Colombia.
Como lo dice Carlos Gustavo, el comienzo del escrito no puede ser más crítico y como educares, nos obliga a seguir el desenlace de la historia. Expresa el estudiante “creo que he perdido mi tiempo, y mis padres han perdido su dinero” en lo que considera un sistema educativo impráctico que lleva a los estudiantes a dedicar los primeros años de sus vidas a seguir enseñanzas que no los preparan verdaderamente para enfrentar lo que él denomina la vida real, dejando ver, que a la vista de muchos jóvenes, el mundo del colegio está literalmente separado del mundo “real” o de “afuera”. Tal vez sea por la percepción de la rutina, el uniforme, el encontrar siempre los mismos compañeros, las mismas situaciones, pero lo más importante es destacar que lo aburrido que los estudiantes encuentran es la “inmersión inoficiosa” de la que habla Álvarez, en la que un mar de conocimientos no le sirven al joven, o más bien no contienen las herramientas necesarias para desarrollarlos en la realidad del mundo, en los problemas cotidianos. Los muchachos y jovencitas de nuestros colegios parecen estar a años luz de comprender conceptos como “formación de pensamiento” y “establecimiento de posiciones” ante la vida, con criterios de calificación, además de valores morales y espirituales.
Comenta el joven estudiante: “Yo personalmente he visto algunos casos de preocupación. He visto estudiantes en colegios en donde hay unas rutinas de estudio y unos métodos de aprendizaje muy rigurosos, que no tienen ninguna conexión con la realidad, ni concepción alguna de su existencia, porque los colegios actualmente enseñan algebra, matemáticas, estadística, geometría, trigonometría, calculo, etc., pero sus estudiantes se confunden a la hora de contar las vueltas de una compra; los colegios enseñan español, y piden y piden investigaciones y escritos de todo tipo, pero sus estudiantes no saben hablar ni escribir bien en ningún ambiente, ni saben cómo hacer algo tan básico como una carta; los colegios enseñan biología, química, ciencias naturales, física, anatomía, pero sus estudiantes no saben que lo que fuman, toman e inclusive meten es malo para ellos, así como tampoco conocen la importancia de cosas tan básicas como bañarse, hacer ejercicio o dormir; los colegios enseñan ciencias sociales, geografía, historia, política, filosofía, ética, pero he visto estudiantes que creen que América del Norte, América Central y América del Sur son tres continentes distintos, y que no conocen cual es la situación actual de su país y del mundo. Sin embargo, tienen las mejores notas en todas las materias.”
La propuesta de este joven se basa en que “el colegio debería centrarse en enseñar argumentación, investigación, hábitos de estudio y de vida, resolución de problemas concretos, aplicación de ciencias básicas.” En pocas palabras este joven considera que la escuela, en estos momentos, no está formando, sino meramente informando, razón por la cual vemos una juventud tan desorientada profesionalmente, sin objetivos claros ante la vida y sin una preparación suficiente para desempeñarse en mercados tan exigentes como los de hoy en día. Al respecto, agrega: “los buenos profesores no son, curiosamente, aquellos que enseñan cálculo, trigonometría, filosofía, geografía, química, etc., a pesar de que lo hagan extremadamente bien, y tengan treinta diplomas al respecto. Son aquellos que logran aplicar todo esto a la vida diaria, y que logran generar interés en sus estudiantes por la materia que ellos dictan.”
Ante esto coincidimos con la nota del periodista Carlos Gustavo Álvarez, haciendo mención de la exposición de Antonio Ramón Bartolomé, de España, en el marco del Primer Foro Internacional de las TIC –Tecnologías de la Información y las Comunicaciones. Bartolomé expone que algunos sistemas educativos actuales dejan de lado la importancia, de por lo menos, dos factores que los jóvenes encuentran en internet, que son la participación, como en el caso de las redes sociales y la diversión. En contravía de una enseñanza aburrida y unidireccional, sin pretender en ningún momento que la internet sea mejor escuela que el aula de clase y que tengan punto de comparación en sus contenidos, sino más bien “que las competencias a desarrollar por un joven de hoy están relacionadas con el acceso y la organización de la información, el aprendizaje autónomo y la integración de medios, todo esto en una escuela y con la una enseñanza divertida, bajo la guía de profesores líderes.”
Este es el panorama que hacía ya bastante rato habían detectado nuestras Directivas en la Organización Educativa Tenorio Herrera, de allí surgió el año pasado el proyecto Generación XXI, que busca, entre otras cosas, la formación de líderes con conocimientos acordes a los intereses actuales, con principios fundamentados en valores y capacitados para la toma correcta de decisiones ante la vida.
Con toda la experiencia en docencia que nos acompaña, resulta útil saber que es de la mano de los profesores lideres, bajo unos parámetros educativos claros, sin inventar nada nuevo, que los jóvenes se sienten a gusto en su salón de clase, que creen que lo que se les enseña, más que conocimientos, son estrategias para formar su pensamiento y que finalmente depende de cada quien tomar la mejor parte, apropiarse de esa sabiduría y construir desde su propia experiencia. Es de esta forma que hacemos ciudadanos útiles para la sociedad, que hacemos patria y familia.

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