Varios colegios del país demuestran que la convivencia se puede enseñar en clase.
Sin hacer ruido y por iniciativa propia, colegios de todo el país han orientando sus proyectos pedagógicos hacia una meta: formar ciudadanos que valoren y promuevan la paz, la democracia y el respeto por los derechos humanos.
Algunos están enmarcados dentro de la política de ciudadanía del Ministerio de Educación, que parte del principio de que mejorar la convivencia escolar es una de las mayores contribuciones que se pueden hacer a la paz. Otros parten de iniciativas independientes. Pero todos tienen la misma metodología: además de inculcar valores sociales en sus alumnos, los orientan y los ayudan a desaprender conductas violentas o nocivas.
Las siguientes son cuatro experiencias educativas que, por medio del arte, la cultura y la comunicación, han encontrado la manera de ayudarles a los estudiantes a hacerles frente a problemas como el matoneo escolar, la exclusión y los entornos violentos, que vulneran la convivencia pacífica y son el germen de conflictos sociales.
La experiencia del 'espantaproblemas'
Los estudiantes del colegio oficial Nueva Zelandia, en Bogotá, descargan sus angustias enviando cartas y dibujos al 'espantaproblemas'. El espantapájaros de trapo que está en el salón de clase recibe sus escritos, los 'digiere' y a través suyo los profesores orientan a los niños para que resuelvan sus dificultades. "El proyecto arrancó en el 2008 por iniciativa de Antanas Mockus, pero lo retomamos en mayo -dice la orientadora Ana Peña Solano-. Queremos prevenir el matoneo y mejorar la comunicación y convivencia". Los niños, que en su mayoría se quejan de maltrato por parte de sus compañeros, se empoderan así para solucionar ellos mismos sus problemas.
Cátedra infantil de Derechos Humanos
Desde hace tres años, las cuatro instituciones educativas del municipio de Ataco (Tolima) dictan una cátedra de paz y derechos humanos. "Tenemos cartillas especiales que hablan de los problemas del municipio y ayudan a los niños a comprender su realidad y a pensar cómo cambiarla", dice el alcalde, José Antonio Jiménez. Con ellas, los estudiantes aprenden sobre la Ley de víctimas y restitución de tierras, sobre democracia y derechos humanos y, lo más importante, sobre el concepto de paz y el reconocimiento y aprecio por el otro.
'Delinquir no paga'
El Centro de Educación Productiva (Cedepro), de Medellín, acoge a estudiantes que han sido excluidos del sistema educativo por problemas de convivencia, consumo de drogas o por pertenecer a combos delincuenciales. Su modelo educativo se enfoca en enseñar a apreciar la vida, la libertad y la integridad. Para alejar a sus estudiantes de la calle, el centro organiza campamentos nocturnos con actividades artísticas, de cultura y deporte. Cedepro, declarado territorio de paz, promueve un mensaje claro: 'Delinquir no paga'. Las visitas que realiza a la cárcel de Bellavista, para que los estudiantes entiendan las consecuencias del crimen, son ejemplo de sensibilización.
'Desaprender' la violencia
El Colegio Multipropósito, de la Comuna 9 de Cali, es un espacio donde los alumnos son reconocidos por sus talentos y no por su pasado o presente violento. Su programa educativo, que incluye clases de salsa, pintura, 'hip hop', artes plásticas y realización de cortometrajes, incentiva a los estudiantes a que desaprendan conductas negativas o delincuenciales mientras aprenden a trabajar en equipo y a ser líderes. "Potenciamos el desarrollo humano, la parte afectiva de nuestros niños y jóvenes -afirma la profesora Alixe María Valoyes-. Con el arte les enseñamos a comunicarse para resolver conflictos, a participar y a mejorar su autoestima".
ANDREA LINARES
Redacción Vida de Hoy
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